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Editorial: "Vengan que hay fiesta"

Este año nuestro Sanatorio celebra sus primeros 50 años. Es un tiempo de alegría y gratitud para celebrar. No es obvio que hayamos podido transitar todos estos años, capeando las tormentas de los vaivenes de nuestro país y, a pesar de todo, vislumbrar un horizonte esperanzador de crecimiento.



En medio de la rutina cotidiana, siempre, el preparar una fiesta es motivo de expectativa y de alegría anticipada. Se pone en marcha un proceso de planificación para que nada falte de modo de que todos los que participen disfruten lo máximo posible de un momento compartido.


Las Fiestas nos recuerdan la importancia de los vínculos que nos sostienen, nos inspiran y nos dan fuerzas para seguir adelante. Una fiesta es una coronación de algo, anima procesos, asume la vida que se está desarrollando. El Papa Francisco nos dice: “Hay que ejercitarse en este arte de celebrar y cuidar la vida”[1].

Científicamente sabemos que la alegría y la emoción que se experimenta durante las fiestas puede liberar endorfinas, las sustancias químicas del cerebro que nos hacen sentir bien. Esto promueve una sensación de felicidad y bienestar y, además, enriquece nuestro espíritu.


En tiempos “gasoleros” es común que cada participante aporte con algo a la fiesta; nadie toma a mal la propuesta, porque es algo necesario para que el encuentro festivo sea un éxito. Por eso, cada uno ofrece lo más acorde a sus posibilidades: unos, las bebidas, otros, lo salado, otros, el postre, otros, el champagne para el brindis, otros, la música, otros, la animación del encuentro.


Este año nuestro Sanatorio celebra sus primeros 50 años. Es un tiempo de alegría y gratitud para celebrar. No es obvio que hayamos podido transitar todos estos años, capeando las tormentas de los vaivenes de nuestro país y, a pesar de todo, vislumbrar un horizonte esperanzador de crecimiento. Las obras de remodelación del edificio y los otros proyectos para ampliar los servicios que presta el Mater Dei, dan cuenta de este avance. Todo se lo debemos a la protección y ayuda de la Santísima Virgen, nuestra Mater Dei. ¡Llevamos su nombre!


De acuerdo al dicho popular “por sus frutos los conocerán”, queremos dar frutos que manifiesten la presencia de María en nuestra casa. Quiere ser una realidad traducida en la calidez humana destinada a todos, para que sea evidente que, en nuestro sanatorio, son recibidos por “la dueña de casa” -La Madre de Dios- a través de sus hijos, los colaboradores, que desean reflejar sus actitudes maternales.


Por eso, dispongamos este año el corazón y las manos para prepararnos a celebrar nuestro 50 º aniversario con alegría, ya que la Madre de Dios nos dice a todos: "Vengan que hay fiesta".


[1] Evangelii Gaudium


Hna. Mercedes


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